miércoles, 27 de abril de 2016

Luz de una Generación

Luz de una Generación...



He caminado toda la tarde recorriendo tiendas y librerías, buscando algo nuevo que leer, algo emocionante, algo que me atrape, por favor no más biografías de artistas ni más novelas de romances entre vampiros y niñas sin personalidad. Busco algo nuevo, uno de esos libros que se adueña completamente de tu tiempo libre, de tus horas en el Metro y de una buena parte de tu vida.

No busco un simple libro que todos quieren leer porque “está de moda”, espero conseguir algo que se robe todos y cada uno de mis instantes de lectura y me permite quejarme incesantemente al final del libro porque “me pareció demasiado corto”.

Mis amistades y hermanas no paran de llamar al teléfono y preguntarme que hago, y cada vez que respondo con “estoy buscando un buen libro”, escucho la misma respuesta, “Otra vez, esta situación va a durar varios días” y algún “bueno, si consigues algo interesante, avisame”, todo aquel que me conoce sabe que me tomo mis lecturas muy en serio.

Cuando me encontraba en la escuela solía ser aquel “niño raro” que se sienta al final del salon porque no tenía amigos en la escuela y del cual muchos se burlaban por pasarse el dia leyendo, en aquel entonces simplemente no le llamábamos ”acoso escolar” o “bullying”, en aquel entonces le llamaban “el niño con problemas”, y la verdad es que no tenía amigos en la escuela porque ya me sobraban amigos más interesantes.

Mis amigos de la biblioteca, pequeños y grandes, a color o  en grises, gordos y delgados, tenía muchos más amigos de los que pudiera necesitar. A los 9 años leí “Las aventuras de Robin Hood” de Howard Pyle, a los 13 llegaron a mis manos “El Coronel  no tiene Quien le escriba” de Gabriel García Márquez y “Veronika decide Morir” de Paulo Coelho.

Cuando tienes amigos con tantas anécdotas que contar, aprendes que el mundo es mucho más grande de lo que tus maestros te hacen pensar, y mientras otros se pasan el tiempo con los videojuegos, tú cultivas el buen hábito de la lectura. Pero todo ello gracias a una diminuta luz en mi vida… Mi madrina.

Cuando eres el menor y único varón entre cinco hermanos, puede resultar bastante difícil entablar una conversación con alguien, tomando en cuenta que mientras tu estás conociendo la escuela, tus hermanas mayores están cruzando la pubertad y dedicándose a otros temas que consideran más importantes, pero siempre podía visitarla a ella, mi madrina en el departamente de al lado, con su enorme biblioteca llena de libros de todos los tamaños y colores.

Yo desarrolle un agradable hábito de llegar de la escuela directamente a su casa antes de ir a la mía, para tomar prestado un buen libro y así sumergirse en un mundo de aventuras y personajes increíbles, ella fue esa pequeña bombilla iluminando el estrecho pasillo que separaba la aburrida normalidad de la escuela con adultos hablando sobre geografía y aritmética, y el otro extremo repleto de niños que no paraban de darle la espalda al “niño raro que siempre tiene un libro en la mano”.

Ella fue parte de la luz de mi generación, y le estoy muy agradecido por ello. Hoy día los tiempos han cambiado, los padres no le obsequiaron libros a sus hijos para inducirles en el maravilloso hábito de la lectura ni encuentro niños que se emocionen como yo de presumir su carnet plastificado de la biblioteca después de una cuarta renovación.

Hoy día las personas han caído en aquel rumor que dice “todo se encuentra en internet”, donde ingresas palabras en el buscador, entras en la wikipedia, mueves el mouse de arriba a abajo hasta conseguir justo los dos párrafos que esperas encontrar, y listo, no tienes nada más que leer, puedes continuar con tu aburrida vida.

En aquel entonces era todo muy diferente, debias ir a la biblioteca y pasarte horas buscando los autores y libros adecuados, luego tomabas una silla y pasabas horas leyendo y tomando notas, cultivando ese jardín subestimado de neuronas del cual muchos se olvidan que tienen allí en algún diminuto rinconcito de su cabeza, finalmente hallabas lo que buscabas, tomabas muchas
notas y llegabas a casa con una enorme satisfacción de saber que lograste tu objetivo.

Hoy día a muchos padres se les olvida que tienen la obligación moral y humanitaria de incentivar a sus hijos a leer, culturizarse y aprender sobre lo que les rodea. Los padres y madres del tiempo moderno prefieren enfocarse en “distraer al hijo” porque “todo es mejor que dejarlo unirse a una banda”, y bajo esa absurda excusa se limitan a obsequiar a sus hijos, lo que ellos quieren, no lo que ellos necesitan.

Cuando cumplí 10 años, mi madrina me obsequio un libro y recuerdo que exactamente dijo “seguro no te va a gustar esto, pero en algún tiempo recordarás este día, te lo aseguro...”, y así ocurrió, aunque era un ratón de biblioteca, yo esperaba algo más, un juguete, quizás un suéter que solo me pondria un par de veces o una película animada que no pararía de ver una y otra vez. Pero mi madrina me obsequio un libro de poemas que en ese entonces me parecía aburrido, aun asi lo lei, hoy día recuerdo sus palabras y se lo agradezco de todo corazón porque creo en mí un enorme aprecio por la lectura, por las artes y por aquellos libros que aunque nadie toma en serio, siempre guardan dentro de ellos una sorpresa.

Si aquel 30 de Diciembre (Mi Cumpleaños) mi madrina me hubiese regalado algún videojuego yo probablemente me pasaría el día de hoy quemando mis neuronas frente al televisor y bebiendo una dañina lata de alguna soda con exceso de edulcorante, químicos y colorante artificial, pero en lugar de ello.

Me encuentro el dia de hoy sentado escribiendo esta inusual columna para ustedes mientras bebo una deliciosa taza de café y observando mi bolso medio abierto del cual se asoman un recién adquirido “Voces de Chernóbil, Crónica del futuro”, junto a un curioso y arrugado libro viejo con las puntas completamente despeinadas, y con una portada en la cual si prestas mucha atención podrás leer “Cuentos y Poemas de Edgar Allan Poe”.

Gracias a todos aquellos que no obsequian lo que se espera, porque obsequian lo que se necesita… Gracias a todos los que se convierten con un simple gesto en la luz de una generación.


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