Invocando a esa Hecate originaria en contra de la voluntad popular.
En un mundo de dioses y redes sociales, el que hace más ruido, ese es el rey… O la reina?
Yo no tengo nada, absolutamente nada en contra de Hecate como divinidad adorada por miles (empiezo a creer que gracias a las redes sociales, quizás millones), pero como soy popular por decir lo que pienso, y por escribirlo también, aunque puedan ser opiniones poco populares, no tengo ningún miedo en poner por escrito algo que muchos están pensando pero se niegan a compartir por miedo a ser casi exiliados de forma permanente de la comunidad metafisica.
Hecate, es la chica mala de la clase.
Es popular entre hombres y mujeres, su ambigüedad, su triple carácter (y todos ellos bastante oscuros a su vez), sus inmensos títulos (que aparentemente tiene mucho más ahora que en la misma antigua Grecia), en especial (y repito) este triple carácter como diosa oscura, diosa lunar e infernal, es claramente la chica mala del salón de clases de la que todos quieren ser amigos, pero eso si!, muchos se olvidan que la chica mala de la clase, no siempre es tan malvada como parece, y muchas veces acaba siendo otra chica que no se siente lo suficientemente bonita para formar parte del club de porristas, o lo suficientemente inteligente para integrarse al club de ajedrez, se siente avergonzada, lo suficiente como para negarse a ingresar al club de comedia o de canto, y simplemente prefiere maquillarse, ser la bulling de la escuela, y popularizarse entre (obviamente) los menos populares, las minorías, y todos esos que por una razón u otro se han sentido discriminados por la sociedad, te suena esto familiar?.
Si, la descripción calza como anillo al dedo, y no tengo absolutamente nada contra la diosa, todo lo contrario, es una de las deidades que tiene mi favoritismo, quizás sea porque comencé a adorarle desde muy pequeño cuando leí sobre ella por primera vez en una revista esotérica en mi natal Venezuela (Ronda Magazine, March edition 1999), así que al cabo de un tiempo ya es natural que no me parezca “la onda de moda”, creo que en cierto aspecto la entendi despues de tanto trabajar con ella, y con algunos coven de “inspiración wiccana”, así que al crecer y aprender más, sencillamente pasó a convertirse en una fuente divina más en mi pequeño y muy ecléctico panteón.
La Hecate de mi juventud
La primera vez que leí sobre Hecate en aquella revista, la mencionan como “la diosa griega de la hechicería y lo arcano, reina de la noche y las brujas”, acompañado por un par de ilustraciones de sus esculturas, y un extenso artículo sobre la popularidad de esta diosa legendaria en los crecientes grupos de brujas modernas de una ciudad (para en aquel entonces enteramente desconocida para mí) de San Francisco en USA.
Después de haber leido el articulo un par de veces, así que como un par de rituales que le acompañaban (uno para vengarte de un amante y otro para proteger el hogar), yo no tardé en buscar información sobre Hecate en enciclopedias y diccionarios, recuerdo haber memorizado que el diccionario ilustrado de Papa decía “Hecate: Diosa griega de la hechicería, de triple carácter, lunar, marino e infernal”, mientras que solo aparece vagamente mencionada en un par de libros de ‘Magia Blanca’ y ‘Wicca’ de esos que Mama conserva en su biblioteca personal junto a la cocina.
Un libro enciclopédico de mitos griegos, dioses y monstruos, afirmaba que era una diosa salvaje de origen egipcio que posteriormente habría sido adorada por los griegos, y que su culto se habría transformado en algo cada vez más grande. Por otro lado, un par de familiares (Andres y Mary), ambos historiadores que habían vivido varios años en Grecia, al ver mi fascinación al respecto del tema cuando yo les pregunté al respecto, solo me dijeron “la verdad ella tenía un culto en su tiempo, pero no era tan grande como los libros afirman, tendría uno que otro templo, pero en esa época las personas estaban más enfocadas en venerar a los dioses del grano y el comercio, o de la vegetación y la guerra, porque eran temas del dia a dia, la homosexualidad no era perseguida, más bien era bastante aceptada, así que una diosa como ella no sería realmente venerada por ninguna minoría que se sintiera despreciada, y las sacerdotisas veneraban más el culto a Afrodita, Hera o Hestia, que tenían más que hacer con la sociedad de ese entonces, si lo comparas con los nuevos tiempos, Hecate era el equivalente a alguna Santa local de alguna iglesia, si, por supuesto, con muchos atributos, pero en esos tiempos de guerra, donde la civilización estaba en pleno auge, ella no sería tan relevante, más que para algunos viajeros que rezaban en las encrucijadas para prevenir el peligro, aunque la mayoría de estos viajeros eran comerciantes, y ellos optaron por rezar a Hermes (dios de los viajeros y el comercio) o Athena (que tenía varios templos y estatuas en las entradas de las ciudades más importantes).”.
Tras esa explicación no voy a negar que me sentía algo decepcionado, aunque insistió en mantener un par de dibujos que hice de ella junto a mi altar (Dioses! Si ese altar hablara! Que no diría?), esta experiencia, o una muy similar se repitió años más tarde cuando conseguí leer la “Teogonía” de Hesiodo, y el libro de 1985 escrito por Burkert, W. “Greek religion: archaic and classical”, pues mientras la mayoría de los libros de magia y hechicería del momento, insisten en hacer ver a Hecate como una especie de ‘Santa patrona de las artes misticas y la hechiceria, reina indomable de la noche y madre de todas las brujas, y dueña de decenas de atributos’, los libros de historia y paleontología griega, especialmente esos escritos por autores griegos y académicos bien calificados, niegan la mayor parte de estos atributos y lo explican de formas bastante interesantes.
Pero fue mi profesor de ‘psicología del mercadeo’, Jonathan Alejandro Goncalves, durante mi tercer semestre de mercadeo y publicidad en la Universidad, quien en cierta ocasión me preguntó al respecto para la realización de un ensayo (quizás luego les cuento como surgió esta discusión, porque es un cuento mucho más largo), y finalmente el concluyó que el culto a Hecate crecía de forma “para nada misteriosa” en esta época, y que era algo de sentido común muy fácil de entender, ella representaba las minorías, estas minorías que para los griegos no eran importantes, minorías que hoy día son noticia diariamente gracias a los periódicos y las redes sociales, pero en aquel entonces, ella era solo una diosa más fuera de los doce olímpicos, y hoy día, muchos adolescentes que se sienten “fuera de lugar” o “no socialmente aceptados” se identifican con ella.
Mi conclusión por escrito en aquel ensayo sobre ‘la evolución del mercadeo en torno a ciertas figuras religiosas’ fue:
“Mientras todas las otras deidades femeninas representaban los bienes y placeres idealizados por la sociedad griega, Afrodita simboliza el amor y la belleza, la feminidad y la aceptación de los placeres carnales, Athena simboliza la sabiduría, la firmeza de una civilización, la filosofía, el entendimiento y el raciocinio, Hera representaba a la mujer completa e íntegra, amante, esposa y madre, además una reina de los cielos, y Vesta simbolizaba a esa mujer sabia, discreta, virginal, que cuidaba del hogar y la sociedad, Hecate era todo lo contrario, ni siquiera era griega, era una deidad extranjera que estaba de paso, una diosa que cruzó los desiertos y representaba todo eso a lo cual los griegos temían, como el desprecio y el desprestigio social.
Hecate era una diosa que se ocultaba en la noche, sus templos no tenían letreros con direcciones (a diferencia de todos los demás), sus sacrificios eran importantes, pero nunca llegaron a ser más importantes que los de Baco, el dios del vino, o Ares, el dios de la guerra, sus templos ni siquiera tienen una decoración decente, solo las mujeres que no se casaban y tampoco eran virgenes (así que no podían ser vírgenes vestales) buscarán adoración en ella, pues estaban fuera del estereotipo socialmente aceptado en la época, eran como Hecate, una mujer en minoría a la cual otros dioses se negaban a invitar a los festejos, no estaba casada, ni tenía hijos, pero peor aún, a diferencia de Athena, Vesta y Artemisa, no existía ningún gran mito detrás de su virginidad, simplemente no tenía amantes, cualquier poeta podría añadir que su amante era la noche, o que ella no encontraba placer en los hombres, pero para la sociedad griega, donde la sensualidad era tan relevante como el arte y la filosofía, esto no sería visto como algo saludable, y es bastante extraño viniendo de una figura tan extravagante”.
Si la analizas con detenimiento, representaba no solo al inmigrante que llega para conquistar a otros con sus talentos hipnoticos, sino ademas, era una hechicera, lo cual no sería bien visto por los sacerdotes y sacerdotisas de otras deidades más conocidas, sin embargo, existían un par de mitos que buscaban realzar su imagen divina, como el hecho de que ella había cuidado de Zeus en una cueva cuando era un niño que se ocultaba de su padre, y en aquella tradición donde es ella la madre de las brujas Medea y Circe.
Posterior a esto, Hecate sirvió como personaje de varios cuentos heroicos de la época, siempre representada como diosa de la hechicería, a partir de la edad media se le ve como “madre de todas las grandes brujas y magos”, especialmente en varias versiones del ciclo artúrico, y en historias mucho más recientes, toma el papel de la Equidna como madre de muchos monstruos del mito, lo cual lejos de elevar su estatus divino, más bien ayuda a crear una mayor confusión en torno al personaje.
Una hechicera inmortal que todos adoramos en cierta forma.
Sin embargo, Hecate tiene este poder hipnótico sobre todos los que leemos sobre ella, su nombre carga un enorme atractivo casi inspirador, y su imagen está ligada a los más grandes (y también algunos de los más importantes) libros de magia y hechicería. En algunos libros es retratada como la reina de todas las brujas y magos, en otros, es una diosa oscura de la hechicería y la magia, en cierto libro sobre transformaciones ella es la divinidad principal, mientras que en la wicca, es ella quien mayormente encarna a la triple diosa lunar a quien veneran las brujas.
La wicca, el neopaganismo, algún libro de 1899 titulado “Aradia o El evangelio de las brujas”, y su nombre siendo mencionado en prácticamente todas las series de televisión sobre brujas, magos y hechiceros, incluida la mítica ‘Charmed’ con Shannen Doherty, Holly Marie Combs, Alyssa Milano y Rose McGowen, donde en un episodio nos presentan a ‘Hecate, un demonio femenino que ejerce el papel de reina del inframundo’, han hecho de nuestra diosa oscura un personaje difícil de ignorar en la sociedad metafísica actual.
La Hecate de ahora
La Hecate de ahora es quizás mucho más compleja y ecléctica que la original, Hecate es vista como la Diosa-madre y reina de todas las brujas, la Hechicera inmaculada, diosa de los perros y todas las criaturas de pelaje oscuro, señora de los cuervos, diosa de los cementerios y las encrucijadas, reina y señora de la noche y todas sus criaturas, diosa de las llaves y las puertas, asi como tambien de todos los caminos, madre de todos los videntes y psíquicos, reina de los fantasmas, y por supuesto, diosa de la magia, la adivinación y la hechicería, sin olvidar obviamente, diosa lunar, y para algunos cultos modernos, la diosa que resguarda los mares durante la noche.
En la wicca es prácticamente una ofensa no conocer a Hecate, es casi siempre la primera en ser mencionada, puedes encontrar libros enteros repletos de información bastante idealizada sobre ella. En cierto punto me hacen pensar… “Es que nadie más trabaja en el Olimpo???”, pero la verdad es que es interesante como nuestra sociedad ha cambiado positivamente a tal punto, que aquella que alguna vez fue una diosa casi irrelevante para muchos, ni siquiera llegando a ser incluida dentro de los dioses olímpicos, donde (seamos honestos de corazón) hasta Baco que era un dios del vino y las fiestas tenía una silla, Vesta, la diosa del hogar y la arquitectura, tenía una silla, Hera, la diosa del matrimonio, tenía una silla, Hermes, el mensajero de todos los dioses, tenía una silla, literalmente el servicio de UPS del Olimpo tenía una silla!! Y Hecate no!.
Pero ahora los tiempos han cambiado, las minorías han comenzado a unirse entre ellas, y han conformado un enorme grupo social de diferentes etnias donde ahora, ser parte de alguna minoría es prácticamente una moda.
La Hecate originaria
La Hecate originaria era representaba como una diosa simple, sentada en un trono y llevando sobre su cabeza una corona de flores, fue representada así antes, y hasta dos siglos después de la invasión de los persas a Grecia, contemporáneo con el mito de la Titanomaquia, donde aparentemente la misma Hecate estuvo presente brindando asistencia a los dioses olímpicos según algunas versiones como la de Hesíodo y Pausanias.
No fue hasta finales del siglo V a. C, cuando Hecate comenzó a ser representado como una diosa triple por (la verdad muy pocos) artistas y escultores de la época, mayormente sosteniendo en sus manos una antorcha, una serpiente o una llave, pero siempre manteniendo una expresión cálida y pensativa en su rostro, y muchas veces manteniendo su corona de flores, aludiendo a su papel menor como una diosa de la naturaleza o una reina de los bosques.
Los animales más grandes eran dedicados en sacrificio a otros Dioses aparentemente más importantes, así como las libaciones de leche y miel, mientras que a Hecate, los dueños de algunos establecimientos le dejaban piezas de carne en las encrucijadas para ganar su protección (lo cual realza su aspecto oscuro y casi demoníaco), o le sacrificaban perros, que era junto al burro uno de los pocos animales que se prohibía servir en los banquetes y sacrificios de los dioses mayores, por ser estos una ofensa a la presencia de Vesta y Ares, debido a ello Hecate recibe simplemente los restos de carne de los banquetes y los perros que estaban muy viejos para ser útiles en el hogar.
Sin embargo, y a pesar de todo lo anterior, en el mito de Jasón y los Argonautas, este héroe ofrenda a Hecate una libación de miel en horas de la noche junto a sangre de la garganta de una oveja, realiza este ritual junto a un río vestido enteramente con una túnica negra bajo la guía de la hechicera y sacerdotisa Medea.
El simbolismo ctónico del ritual anterior habla por sí solo, representando no solo a una diosa anterior a la civilización griega más conocida, sino también un ritual sagrado para venerar a los primeros dioses desde que el hombre habitaba en las cuevas.
En Tracia, alrededor del Siglo V a.C. Hecate era considerada una diosa de las fronteras, los límites, las vías y los umbrales, posteriormente sería venerada también como diosa de los partos y la crianza de los jóvenes, en gran parte debido a que sus sacerdotes eran eunucos que deben estar entrenados en esta clase de labor. Solo tardó dos siglos posteriores a esto en alcanzar el título como “patrona” de la ciudad de Estratonicea (actualmente Eskihisar, Turquía) y tener un templo en Laguna, donde las festividades anuales, aunque no eran las más grandes, si atraían a personas de otras ciudades.
La Diosa de Hesiodo
Fue el poeta griego, Hesíodo, quien elevó el estatus de Hecate hasta un punto donde se debaten otros filósofos y oradores de la época.
Hesíodo parecía ser un gran devoto de la diosa, a quien veneraba sin vacilar, llenó sus enteras poesías e historias con referencias al enorme poder de la diosa, y en respuesta a la ‘aparentemente desconocida grandeza de la diosa’, la cual sólo él parecía conocer, este se limitaba a proclamar que su poder “vendrá como regalo de un origen superior”, aludiendo a que Zeus le habría entregado a la divinidad, absoluto control sobre todas las atribuciones de otros dioses, siendo ella la única capaz de colmar a la humanidad con toda clase de obsequios.
Un origen cada vez más incierto
Hesiodo convirtió a Hecate en una diosa de la noche y una caminata nocturna, una reina de los bosques y hechicera, pero fue además el mismo, quien bajo inspiración divina, afirmó el origen de Hecate, convirtiéndola en hija de Asteria, la diosa de las estrellas, lo cual le haría ser hermana de Leto (la luz del dia), tía de Apolo (el sol) y Artemisa (la luna), nieta de Febe (diosa primigenia de la luna).
Otra versión posterior de esta historia, afirma que Hecate era una sacerdotisa mortal de la diosa Artemisa, y su nombre era Ifigenia, Ifigenia ofende a la diosa con insultos tras ser pedida en sacrificio por Zeus, y estar cansada de sacrificar a forasteros en el templo por orden de la diosa, debido a esto cae en locura y se suicida. Ante el horrendo espectáculo, Artemisa, queriendo no repetir lo que hizo Athena al convertir el cuerpo violado por Poseidón de su sacerdotisa Medusa, en una bestia horripilante, la diosa lunar decora el cadáver de Ifigenia con flores y joyas y le susurra al oído buscando la elevación de su espiritu, entonces Ifigenia despierta en los campos elíseos convertida en diosa, pasando entonces a llamarse Hecate, una diosa vengadora de las mujeres heridas.
Una versión alternativa que explica su origen como diosa ctónica preolímpica, afirma que es una titánide (una divinidad primigenia anterior a los “dioses”), hija de Perses y Asteria, siendo una poderosa ayudante y protectora de la raza humana a quienes siempre favorece. Fue la única titánide que ayudó a Zeus durante la Titanomaquia, razón por la cual no fue desterrada a los dominios del Inframundo tras la derrota de los Titanes por parte de los dioses olímpicos.
Un mito más moderno y posterior a la invasión de Roma, nos cuenta que se trataría de una sacerdotisa virgen que había robado el pote de carmín de su madre, acto seguido huyó a una casa donde una mujer estaba de parto y le ayudó a tener el bebé. Zeus como castigo por abandonar el templo y cometer un robo la envió entonces al reino de Hades para ser purificada por sus actos, una vez allí Hecate gozaba de gran autoridad, pues era conocida como la reina del inframundo hasta de la llegada de Perséfone como esposa de Hades.
A partir de esto último, los griegos adoptaron la costumbre de colocar “totems” de Hecate en los caminos, puertas y carreteras, debido a que ella no permitía pasar a los fantasmas más allá del umbral, los griegos le oraban a dicha figura como “la reina de los fantasmas” y “diosa de la oscuridad”, rol que ha mantenido hasta nuestros tiempos.
Reina de las brujas.
Supongo que es el papel que se ha ganado gracias al esfuerzo de sus fieles devotos que han promovido su imagen en todo el mundo, Hecate está presente en los altares de centenares de practicantes de hechicería y magia en todos los rincones del planeta, convirtiéndose así en una de las deidades más incondicionales del panteón pagana, y una de las figuras más divinas más emblemáticas de la sociedad de brujas y magos.