domingo, 31 de marzo de 2019

El ego de la perfección, entre humanos y dioses.

El ego de la perfección humana

Cuán absurdo puede ser creernos perfectos en un mundo habitado por dioses y espíritus que han vagado por la superficie de nuestro mundo cuando nosotros aún éramos monos que se balanceaban de los árboles.

Me he rodeado de toda clase de personas, y si algo he aprendido en el proceso es que las personas más infelices y las más incompletas son aquellas que se pasan la vida entera repitiendo que son perfectas sin saber lo que esto realmente significa. Hace ciertos días en medio de algún taller escuche a un especialista del tema espiritual conversando con los suyos sobre las palabras que dice un famoso libro “Y dios hizo al hombre a su imagen y semejanza”, entonces las personas basadas en este concepto se han inventado toda esta ideología de pensar que “si Dios es perfecto también nosotros lo somos”, pero supongamos que Dios es enteramente perfecto, que habita en ese pleno esta de plenitud y perfección, porque necesitaria esta gigantesca omnisciente y poderosa criatura tomar su tiempo y esfuerzo para crear a un hombre y un mundo lleno de creyentes en él y en su palabra?, será que acaso en su estado de plenitud y perfección no acepta la soledad?, no sería esto entonces un defecto o un complejo quizás muy humano para el?.

Yo fui criado por estas magnificas personas a quienes llamó familia, orgullosamente politeístas y mucho más devotos que cualquier sacerdote religioso que se haya cruzado en mi camino, un nivel de devoción que algunas veces incluso a mi me ha costado entender, y las palabras de ellos siempre fueron, que hermoso es que los dioses en su eterna plenitud, se toman un instante para escucharnos, tomando en cuenta que en su eternidad, nosotros somos tan solo un parpadeo para ellos, literalmente ellos han vivido tanto que todo el tiempo que ha vivido la humanidad en la tierra es quizás tan solo un simple parpadeo para ellos, nosotros nacemos, vivimos y morimos en un tiempo promedio de 80 años, que es eso para alguien que ha vivido eones?, difícil de entender.

Pero eso nos hace insignificantes, no me malentiendan, en muchas religiones previas al cristianismo se relata la misma historia, los dioses crearon al hombre a su imagen y semejanza, somos un orgullo para ellos. Pero recuerdo a este amigo Julián que tenía una enorme granja de hormigas en su casa, y decía sentirse como un dios frente a su maqueta construida en vidrio de siete metros de largo en la terraza de su enorme casa, cada vez que el se acercaba y les alimentaba todas las hormigas corrían en la misma dirección, el les colocaba luz y calor, e incluso tenia un practico termostato junto al enorme artefacto.

En cierta visita le pregunté sobre el tiempo de vida de una hormiga, y el afirmaba que de acuerdo a la especie algunas vivían alrededor de doce meses, mientras que otras llegaban a vivir hasta tres años, eso es mucho para ellas, pero muy pocos para nosotros, un hombre de 36 años que cría hormigas, para él eso es nada, y Julian, un wiccano de corazón, siempre bromeaba al respecto cuando se dirigía hacia sus hormigas, “aquí viene su dios a pasar supervisión”, con sus enormes auriculares skullcandy y sus camisetas de Metallica o KISS, y eso podría ser una simple broma muy tonta, pero para mi ha sido uno de esos momentos que en cierta forma quedaron grabados en mi cabeza de manera permanente.

Y para los dioses, nosotros somos similares a hormigas, pero mucho más conscientes de nuestros actos (excepto por Trump y otros dictadores socialistas), nosotros hemos evolucionado ante sus ojos, en nuestro orgullo les dimos nombres y los representamos a nuestra imagen y semejanza, convertimos a estas poderosas criaturas de la naturaleza en hombres y mujeres inmortales para poder adorarles respetuosamente, para poder sentirnos más cerca de ellos, y no existe nada malo en ello.

Lo malo al respecto es pensar que somos perfectos como ellos, y aunque esto siempre ha sido un tema de debate, por más de una década escribiendo sobre este mismo tema mi perspectiva sigue siendo siempre la misma, nosotros no somos perfectos, por una sencilla razón, porque al creernos perfectos (más por ego que por una razonable noción) nos hacemos creer mejores, pero ellos en su eternidad han aprendido algo mucho más importante, un proceso que nosotros los humanos vivimos dia a dia pero que nos negamos a reconocer como si acaso ya lo hubiéramos superado, cuando claramente no es así, ellos han aprendido a evolucionar, y gracias a ello se han mantenido entre nosotros por tanto tiempo y lo seguirán haciendo pase lo que pase/

Nosotros por otro lado, no aprendimos a evolucionar, nosotros llevamos milenios evolucionando pero es algo que hacemos inconscientemente y aunque somos más avanzados que las viejas generaciones, también somos menos evolucionados que las siguientes, en un millón de años nosotros formaremos parte de un mapa sobre “la evolución del hombre” allí nos veremos junto con nuestro ancestros el Homo Erectus y el Homo Habilis entre otros, y las nuevas razas de hombres nos verán a nosotros como monos con ropa, y muchos de ellos quizás seamos nosotros mismos viendo el mundo desde nuevos ojos en una nueva vida.

Pero si podemos evolucionar al igual que los dioses lo hacen, porque no somos perfectos?, por una sencilla razón, nosotros no somos eternos, nosotros no somos inmortales, o de hecho si lo somos pero se nos olvida, mientras ellos habitan en la eternidad, literalmente sentados sobre los albores del tiempo, observando en enteró detalle como el universo entero evoluciona, crece y se destruye ante sus ojos, nosotros nos enfocamos tanto en perfeccionar nuestro cuerpo mortal, que se nos olvida constantemente que nosotros no somos seres humanos, somos seres espirituales hechos de pensamientos y energía viviendo una pequeña y corta experiencia humana, somos pequeños hijos de dioses sin un cuerpo de energía como ellos, por lo cual nos aferramos a estos cuerpos de carne cuyas células se hacen más viejas cada dia.

Somos pequeños dioses de enorme poder contenidos en estas vasijas de carne mortal, muchos de nosotros no lo aceptamos y eso es normal, bien sea porque la mal habida propaganda religiosa nos ha vendido la idea de que somos algo así como “insignificantes larvas temporales que están acabando con el mundo y al final seremos juzgados”, o porque sencillamente la sociedad que nos rodea no ha hecho pensar que somos menos que eso, y muchos se esfuerzan (quizás demasiado) por probar lo contrario, cuando la verdad es que ese esfuerzo de nada sirve, pues no hay nada que probar, somos dioses menores buscando alcanzar el estado de la perfección, reviviendo una y otra vez entre cuerpos humanos en diferentes tiempos, tratando de aprender una y otra vez las mismas artes y técnicas, tratando de trabajar en esos defectos que tenemos y desarrollando cada vez más nuestros propios talentos.

Quizás los dioses nos hicieron a su imagen y semejanza, bien sea del barro, del oro o de su propia carne (de acuerdo al mito que tu desees abrazar), pero nuestros espíritus son algo más grande de lo que nosotros entendemos, y mientras nuestros cuerpos básicamente están hechos de agua y carbón, nuestra mente es solo un software de corto plazo dispuesto a acumular recuerdos y conocimientos de una corta vida (menos de un siglo), nuestro espiritu sigue siendo algo mucho más grande y que sigue evolucionando dia tras dia, aprendizaje tras aprendizaje, error tras error, seguimos evolucionando buscando alcanzar la perfección que nos lleve de vuelta a abrazar a los dioses que nos crearon.

Si analizas el folklore de los orishas en la mitología africana, verás que muchos de ellos siendo lo más similar a los dioses del mito, no eran inmortales, ellos viven y reviven en diferentes vidas y periodos, siempre contando una y otra vez sus historias para ser venerados por los nuevos pueblos, y así en el proceso evitar ser olvidados, esos diferentes “caminos” que los dioses vivían se convirtieron en el folklore, literalmente el cimiento de todas las nuevas religiones afrocaribeñas, donde ahora ellos no han necesitado volver a los cuerpos de carne, pues su estado de evolución divina les ha llevado a ascender, y han ascendido para ser venerados y a la vez, para ser guardianes de sus propias historias y guiar a sus devotos en el mismo proceso.

Cuentan muchas historias del folklore de Centro America, que muchos dioses fueron alguna vez hombres mortales que tras un enorme aprendizaje y la muerte posterior, abrazaron la divinidad y fueron entonces venerados como dioses, tal es el caso de María Lionza en Venezuela, quien era una india hermosa y sacerdotisa de su pueblo nativo, que al morir ascendió, y desde entonces ha sido venerada a través de estatuas y toda clase de honores como la diosa protectora de los indígenas y de los pueblos nativos de la montana.

Posterior a la persecución del paganismo en Europa, la Iglesia hizo un enorme esfuerzo por borrar toda evidencia de los ritos precristianos, algunos de estos al ser tan difíciles de desaparecer fueron transformados, como el mito de las hadas, donde surgió como parte de un folklore moderno, la creencia de que las hadas y duendes del bosque, quienes inicialmente eran venerados como deidades protectoras de la naturaleza y muy temidas por el hombre, se convirtieron en “las almas de los paganos que abrazaron la muerte sin ser bautizados” y que por ello vagaban con estas formas en los bosques debido a que no podían ingresar al paraíso.

Y porque no podríamos pensar o al menos imaginar que estos duendes, elfos, gnomos y hadas, eran ambos, quizás eran esos viejos dioses protectores del bosque, fundadores de los primeros mitos, pero tambien podrian ser las almas de aquellos paganos que antes de ser bautizados por una religión moderna, machista y tan llena de conflictos en sus propios creyentes, se dejaron morir abrazando con su último aliento la fe de sus ancestros, y se convirtieron en mártires para los pueblos paganos, siendo convertidos por ellos en hadas y otros espíritus del bosque, para así susurrar en los oídos de las generaciones venideras todos aquellos mitos de la vieja religión que ellos vivieron siglos atrás.

No es raro para mi imaginar esto, tomando en cuenta que Zeus, el rey de los dioses olímpicos en la Antigua Grecia, solía convertir en estatuas de oro o incluso en hermosas constelaciones del firmamento a aquellos héroes y valientes que realizaban grandes hazañas en el mundo de los hombres, pues recordemos que a diferencia de muchos dioses paganos, el Zeus de los griegos, así como el Odin de los vikingos, en su respetable posición divina, eran además grandes cuidadores de la humanidad, debido a que veían a los humanos con una enorme admiración y curiosidad.

Siendo así, teniendo a grandes dioses de nuestro lado en la historia y el mito, porque no pensar que una parte de ellos habita en nosotros?, y al pensar en ello, asumir que nuestro ego ha estado equivocado mucho tiempo, no somos perfectos, pero tampoco somos simples monos de laboratorio que descubrieron cómo codificar el ADN, somos algo que habita en el medio, pequenas células de los mismos dioses que adoramos, no siendo perfectos, sino buscando alcanzar la perfección a través de la vivencia en estos frágiles cuerpos de carne y hueso.


Elhoim Leafar

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