martes, 26 de enero de 2016

El Desfile Nocturno de los 100 Demonios

Hyakki Yako (Desfile Nocturno de los 100 Demonios) 

La leyenda sobre Hyakki Yako, literalmente el Desfile Nocturno de los 100 Demonios, es uno de los cuentos más famosos del folklore japonés. Aparece por primera vez en un texto budista del siglo 13, donde se narra sobre la terrorífica noche en que una legión de onis, youkais y otras criaturas salieron del inframundo hacia la superficie. En una versión se dice que el desfile aconteció en la avenida Ichijo-dori de Kyoto a finales de los 1100s. 

Esta va así: se dice que a un joven noble se le ordena que debe desalojar su casa en Kyoto y mudarse de inmediato a la nueva corte imperial en Fukuhara. Mientras él está fuera, un sirviente de confianza queda a cargo del cuidado de la casa. Una noche, el joven noble decide realizar una visita y se encuentra con un enrome desfile de demonios de camino a su casa. Rápidamente los demonios atacan el carruaje y lo sacan de la vía. Mientras el joven noble permanece ansioso dentro, preguntándose qué hacer, los demonios asustan a sus sirvientes y liberan a los bueyes con el fin de perseguirlos por el campo. Demonios y ogros, azules y marrones, rompen el techo con mazos, las ruedas con garrotes y palos, desgarran las cortinas con afiladas garras y roen la madera con puntiagudos dientes, y le prenden fuego. Pero a medida que lo que queda del carruaje es consumido por las llamas y el humo, el noble escapa con la ayuda de Buda. Una vez a salvo de la destrucción, se sienta tranquilamente en un prado y con los ojos cerrados reza y canta sutras hasta el amanecer. Los demonios, incapaces de hacer frente a la luz del día, se dispersan para retornar a la oscuridad. 

Los primeros rollos conocidos que ilustren a los demonios del desfile es Hyakki Yako Zu, fueron pintados a mano por el artista Tosa Mitsunobu (1434 -1525). La leyenda revivió 300 años más tarde, cuando Toriyama Sekien publicó su colección de historias de Gazu Hyakki Yako en 1776. Esto pareció haber inspirado a varios renombrados artistas del siglo 19 y 20 a realizar sus propias versiones, incluyendo a Takemura, en 1918, en los cuales se aprecia a los demonios destrozando el carruaje con gran malicia en sus rostros. En contraste, Kawanabe Kyosai, le da un tono más divertido, con demonios en colores pasteles, bailando y retozando ridículamente. 

Mitsunobu: 


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