sábado, 15 de octubre de 2011




NADIE ESTÁ SOLO
José Agustín Goytisolo
En este mismo instante
hay un hombre que sufre,
un hombre torturado
tan sólo por amar
la libertad. Ignoro
dónde vive, qué lengua
habla, de qué color
tiene la piel, cómo
se llama, pero
en este mismo instante,
cuando tus ojos leen
mi pequeño poema,
ese hombre existe, grita,
se puede oír su llanto
de animal acosado,
mientras muerde sus labios
para no denunciar
a los amigos. ¿Oyes?
Un hombre solo
grita maniatado, existe
en algún sitio. ¿He dicho solo?
¿No sientes, como yo,
el dolor de su cuerpo
repetido en el tuyo?
¿No te mana la sangre
bajo los golpes ciegos?
Nadie está solo. Ahora,
en este mismo instante,
también a ti y a mí
nos tienen maniatados.
 
 
La palabra paz
Víctor Heredia
Cuántas veces de mañana
salgo a caminar al campo
y el silbido del arriero
te nombra.
Que haya paz en la Tierra,
reza una vieja oración,
y yo me pregunto y pregunto
pero no me dan razón.
Es por eso, viejo amigo,
que un sólo favor te pido:
alza tu sangre esta noche
ven conmigo, ven conmigo.
Y ayuda a encontrar respuesta
a la paz que se ha perdido,
a la paz que se ha perdido
en el mundo de los hombres
como un niño sin saber.
Y cada madre que pase,
con un hijo en las entrañas,
sabrá que la paz del mundo
es un viento que acaricia
y que crece en el amor.
Ven conmigo, ven conmigo.
Y por cada hombre que nazca
cada soldado que vuelva,
la sonrisa de una novia,
la alegría de una madre,
en tu pecho cantará.
Ven conmigo, ven conmigo, ven conmigo.
 
 
Pido la paz y la palabra
BLAS DE OTERO
Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos sus versos.
Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.
Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.
¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.
Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y tantos.
 
Tenéis que oírme
Pablo Neruda
Yo fui cantando errante,
entre las uvas
de Europa
y bajo el viento,
bajo el viento en el Asia.
Lo mejor de las vidas
y la vida,
la dulzura terrestre,
la paz pura,
fui recogiendo, errante,
recogiendo.
Lo mejor de una tierra
y otra tierra
yo levanté en mi boca
con mi canto:
la libertad del viento,
la paz entre las uvas.
Parecían los hombres
enemigos,
pero la misma noche
los cubría
y era una sola claridad
la que los despertaba:
la claridad del mundo.
Yo entré en las casas cuando
comían en la mesa,
venían de las fábricas,
reían o lloraban.
Todos eran iguales.
Todos tenían ojos
hacia la luz, buscaban
los caminos.
Todos tenían boca,
cantaban
hacia la primavera.
Todos.
Por eso
yo busqué entre las uvas
y el viento
lo mejor de los hombres.
Ahora tenéis que oírme.
 
Guerra ante mis ojos
Elvira Font
Imágenes descoloridas
hiriendo los ojos.
Son escombros de bombardeos.
Estampas de lluvia silenciosa,
ríos de gente buscan la meta.
Historias carcomidas,
mercado negro.
Mundo de noche,
 
duermen con los pies enlazados,
estos hombres castigados.
Lunas tras sus ventanas rotas.
Muerte vivida y sentida,
gritos apagados, melodías oscuras.
Serbia lejana
próxima y maltratada.
 
La muerte del niño herido
ANTONIO MACHADO
(Poesías de la guerra)
Otra vez es la noche ... Es el martillo
de la fiebre en las sienes bien vendadas
del niño. -Madre, ¡el pájaro amarillo!
¡Las mariposas negras y moradas!
-Duerme, hijo mío. Y la manita oprime
la madre junto al lecho. -¡Oh, flor de fuego!
¿Quién ha de helarte, flor de sangre, dime?
Hay en la pobre alcoba olor de espliego:
fuera la oronda luna que blanquea
cúpula y torre a la ciudad sombría.
Invisible avión moscardonea.
-¿Duermes, oh dulce flor de sangre mía?
El cristal del balcón repiquetea.
-¡Oh, fría, fría, fría, fría, fría!
 
Que se callen los cañones
Lupércio Mundim
Que se callen los cañones,
que dispensen los soldados,
porque las batallas son ilusiones
que sólo producen derrotados.
Que la paz siempre predomine
sobre la guerra y la violencia,
que el hombre nunca olvide
donde lleva su impertinencia.
Que los niños puedan jugar
con sus alegrías en sintonía,
que los adultos puedan brindar
a un futuro pleno de armonía.
Que las armas sean destruidas
porque sólo causan muerte y sufrimiento,
que nuevas alianzas sean tejidas
porque de la extinción no hay arrepentimiento.
 
EL NUDO
Teodoro Venegas
A veces. Uno quisiera hacerse un nudo
a lo largo del esqueleto único
en la parte más larga, más muda, más blanca,
aquella que se enredó trágicamente
en los cuernos de las Obras!
Y, no puede. ¡No alcanza!
Hácese un nudo. Uno sólo.
Mientras Ellos disparan, rugen, miente, afanan, sudan, luchan, matan.
Negocios, Guerras, Sombras, Negocios, Guerras, Bombas.
 
Bombas, Bombas, Bombas.
Un solo negocio, grande.
Una sola guerra.
Una sola bomba.
Uno quisiera hacerse el último nudo.
¡Y no alcanza!
 
MUCHAS MANERAS DE MATAR
Bertold Brecht
Hay muchas maneras de matar.
Pueden meterte un cuchillo en el vientre.
Quitarte el pan.
No curarte de una enfermedad.
Meterte en una mala vivienda.
Empujarte hasta el suicidio.
Torturarte hasta la muerte por medio del trabajo.
Llevarte a la guerra, etc...
Sólo pocas de estas cosas están prohibidas en nuestro Estado.
(Bertold Brecht)
 
MENSAJE DE JUAN PANADERO AL CONGRESO MUNDIAL POR LA
PAZ
Rafael Alberti
(Fragmento)
Aquí estoy. Aquí ya estamos.
No tenemos cara. Somos
el planeta que habitamos.
Venid. No tenemos nombre.
Aunque todos respondamos
a una misma luz: el hombre. (...)
Matadnos. Nos mataréis.
Pero es más fuerte la vida
que la muerte que ofrecéis.
Y al fin correréis la suerte
de los que matando llegan
a darle a su vida muerte. (...)
¿Queréis la guerra? No iremos.
Con la paz entre las manos
por arma, os enterraremos
¡Paz al mundo! Corazones arrebatados y unidos
de millones y millones.
Paz para toda la gente.
Se abran y cierren los ojos
del día tranquilamente. Paz en todos los hogares.
Paz en la tierra, en los [cielos,
 
UNA VEZ MÁS POR LA PAZ
Cristina del Valle
Qué fácil es decir que no
cuando hay otro camino que seguir,
otra manera y dirección
con la que seguir por fin el fin.
La vida muchas veces sólo da
como única salida protestar,
como único recurso el gritar.
 
Cuántos acordes, cuánta paz
se necesitan para diseñar
un buen tejido en un telar,
hacer un gran vestido de igualdad,
una canción con nombre de mujer
para una tierra libre cantaré
borrando las heridas de tu piel.
 
Por eso una vez más
yo protesto y sé que estás a mi lado.
Una vez más, una vez más, una vez más…
 
Por eso una vez más
yo protesto y sé que estás a mi lado.
Una vez más, una vez más, una vez más…
 
Hermana mía, yo que sé,
estrangulada por ese corsé,
por ese muro donde haré
crecer miles de flores de papel,
que vuelen alto como un vendaval,
que lleguen sus mensajes hasta el mar
lejos hasta el mar.
Aves de paz.
 
Por eso una vez más
yo protesto y sé que estás a mi lado.
Una vez más, una vez más, una vez más…
 
Por eso una vez más
yo protesto y sé que estás a mi lado.
Una vez más, una vez más, una vez más…
 
Arrebatando la ilusión,
la esencia de los pueblos y su voz,
sólo consigues más dolor.
La historia ya hace tiempo nos contó
que en nuestra mano está el poder cambiar,
poder decir que no,
poder gritar,
poder protestar.
Una vez más, una vez más.
 
Por eso una vez más
yo protesto y sé que estás a mi lado
Una vez más, una vez más, una vez más…

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