jueves, 6 de octubre de 2011

CARTA DE APOYO DE UNA MADRE DE UN HIJO GAY AL RESTO DEL MUNDO...


CARTA DE APOYO DE UNA MADRE DE UN HIJO GAY AL RESTO DEL MUNDO...


CARTA DE UNA MADRE DE UN HIJO GAY

Por Sharon(U.S.A.)
Diario VALLEY NEWS

 Han llegado muchas cartas enviadas al diario Valley News sobre la amenaza homosexual en Vermont. Yo soy la madre de un hijo gay y estoy harta de Ustedes, gente buena. Estoy cansada de su estupidez sobre la "agenda homosexual" alegando que aceptar la homosexualidad es lo mismo que abogar por el sexo con niños. Ustedes son crueles e ignorantes y me han estado robando las dichas de la maternidad desde que mis hijos eran chicos.

Desde que empezó a ir a la escuela, mi primer hijo comenzó a sufrir a manos de matoncitos morales y beatos de familias moralmente correctas, como las suyas, porque se le percibía como gay. Fue abusado física y moralmente desde la primaria hasta que salió del colegio.

Él nunca profesó ser gay ni se asoció a nada gay, pero tuvo la desgracia de no caminar ni de tener los mismos gestos de otros muchachos. Se le llamó incesantemente "marica" desde que tenía seis años.

Durante la educación media, mientras que los hijos de ustedes hacían lo que otros niños de esa edad hacen, el mío elaboraba borrador tras borrador de una carta de suicidio para asegurarse que su familia supieran cuánto les amaba.

Mi sollozante hijo de diecisiete años me desgarró el corazón cuando estalló diciendo que no soportaba seguir viviendo, que no quería ser gay y que no podía enfrentar una vida sin dignidad. 

Ustedes tienen la audacia de hablar de proteger a las familias y sus niños de la amenaza homosexual, pero son ustedes quienes destruyen la familia y conducen a los niños a la desesperación.

No sé por qué mi hijo es gay, pero sí sé que Dios no lo puso a él - ni a millones como él - en esta tierra para regalarles a ustedes alguien a quien abusar. Dios les dio cerebro para pensar y ya es tiempo de que empiecen a hacer eso mismo.

En el corazón mismo de sus equivocadas creencias está el convencimiento de que a Ustedes no les podría suceder, que hay una especie de subcultura allá afuera que algunos escogen seguir. La realidad es que si puede sucederle a mi familia puede sucederle a la suya, y no tendrán la posibilidad de elegir.

Ignoro si la causa es genética o debido a algún accidente durante un momento crítico del desarrollo fetal, pero puedo decirles con total certeza que es innato.

Si Ustedes quieren vanagloriarse de su propia moral, sería bueno que salieran con algo más sustantivo que su propia heterosexualidad, porque Ustedes no hicieron nada para merecerla; les cayó del cielo. Si no están de acuerdo me encantaría escuchar su historia, pues mi propia heterosexualidad fue una bendición que recibí sin ningún esfuerzo. Está tan urdido en mi propia esencia que nada podría cambiarlo. Aquellos de Ustedes que reducen la orientación sexual a una simple elección, a una cuestión de carácter, un mal hábito o algo que puede cambiarse con un programa de diez pasos me dejan perpleja. Me pregunto ¿querrán decir que su propia orientación sexual es nada más que algo que eligieron y que pueden alterar a gusto? Si no, ¿por qué sugieren que otros pueden hacerlo?

Un tema recurrente en sus cartas es que Vermont ha sido infiltrado por afuerinos. Ambos lados de mi familia han vivido en Vermont por generaciones, soy una "Vermontiana" de alma y corazón, así es que les agradecería que dejaran de decir que Ustedes son los "auténticos Vermontianos" .

Invocan la memoria de gente valiente que peleó en campos de batalla por este gran país, diciendo que ellos no entregaron sus vidas para que la "agenda homosexual" destruyera los principios por los cuales murieron.

Mi padre, de 83 años, luchó en algunas de las más horrorosas batallas de la segunda guerra mundial, fue herido y condecorado con el "corazón púrpura". Con tristeza mueve su cabeza por la vida que su nieto ha tenido que vivir. Dice que él luchó codo a codo con homosexuales en esas batallas, que ellos hicieron su parte y no molestaron a nadie. Uno de sus mejores amigos era gay y él nunca lo supo hasta el final, y cuando se enteró, no tuvo importancia alguna. Esa no era la medida del hombre. 

Ustedes, creyentes, no soportan la idea que mi hijo pueda emerger del infierno que fue su infancia, que pueda aspirar a encontrar quien lo acompañe para el resto de la vida y pueda ser feliz en alguna medida.

Ofende sus sensibilidades que él solicite el derecho a visitar a ese amigo en el hospital, pueda tomar decisiones médicas en su nombre o se beneficie de leyes sobre impuestos referidas a las herencias. ¿Cómo se atreve?, dicen Ustedes.

Esas inaceptables demandas amenazan la existencia misma de sus familias, insultan la santidad del matrimonio. Ustedes usan su religión para abdicar de su responsabilidad de ser seres humanos pensantes.

Hay grandes cantidades de gente religiosa que encuentra sus posturas repugnantes. Dios no es para las mayorías privilegiadas, y Dios sabe que mi hijo no ha pecado...

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